No hay donde escapar,
donde esconderse,
salvo en la inmensidad del ocaso que visita cada noche tu corazón,
una soledad...un abismo.
No hay retorno de aquellos momentos...
en donde tu boca que sin hablar dialogó...y tus ojos que sin verme comenzaron a llorar.
Te veo de pie...calmo, sin preocupaciones
mirada cabizbaja...tus pasos siendo tenues retumban en mi ser,
¿por qué a mi?
me mientes...
tomados con tus suaves manos
diste miles de razones para estar junto a mi
y no me diste más que lágrimas de dolor.
Hoy te veo partir
envidioso altanero a quienes somos felices.
No hay donde escapar...
donde esconderse...
sólo queda llegar asi como llegaste hoy...